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DESHUMANIZACIÓN



Deshumanización es el acto y el efecto de deshumanizar: despojar de rasgos humanos. Deshumanizar es una palabra que tiene su origen etimológico en el latín. Y es que es fruto de varios componentes de dicha lengua claramente delimitados:

-El prefijo “des-”, que indica la inversión de la acción.

-La palabra “humanus”, que significa “perteneciente a la tierra”.

-El verbo “izare”, que puede traducirse como “convertir en”.


Deshumanización


El concepto suele emplearse en el terreno de las ciencias sociales para aludir al proceso que priva a un ser humano de aquellas características que identifican a la especie.

Muchas veces se vincula la deshumanización a la pérdida de los valores éticos y de la sensibilidad. Una persona se deshumaniza, por ejemplo, cuando se vuelve indiferente al dolor del otro. Puede decirse que la actitud de aquel que pasa caminando al lado de un moribundo y no se detiene para ayudarlo es el resultado de su deshumanización.


Más allá de casos individuales, la deshumanización suele ser considerada como una cuestión social. Puede decirse en un sentido amplio que las sociedades modernas ya no se conmueven ni se indignan por tragedias que antes sí generaban un impacto. Por lo tanto, la gente se deshumanizó: no siente empatía o compasión como ocurría en el pasado.

Abandonar a un niño, alejarse de los abuelos, no preocuparse por los vecinos y no ejercer la solidaridad son otros reflejos de la deshumanización que muestran cómo muchas personas, por diversos motivos, se han distanciado de la esencia de la condición humana, o de aquello que se consideraba que caracterizaba a nuestra especie.

En concreto, podemos establecer que existen varias causas para que la sociedad actual esté marcada por una clara deshumanización, entre las que destacan estas:

-Factores sociológicos, como son la pluralidad de sistemas éticos, el empobrecimiento de las relaciones interpersonales, las exigencias de sacrificio o la satisfacción de los propios intereses.

-Factores individuales, como las falsas expectativas, el egoísmo y el egocentrismo, la necesidad de ser los mejores en todo, la competitividad insana…

La deshumanización también puede entenderse como una consecuencia de la alienación que provoca la tecnología. Hace décadas que el ser humano dejó la vida en comunidad y comenzó a aislarse cada vez más, reemplazando las relaciones interpersonales por vínculos virtuales. El uso constante de máquinas en el trabajo también hace, en ocasiones, que el individuo no use su creatividad, sino que actúe como un simple engranaje dentro de un sistema.

De la misma manera, también se habla de la deshumanización del arte que fue un concepto creado en la primera mitad del siglo XX. En concreto, fue el filósofo Ortega y Gasset quien lo dio a conocer a través de su obra de 1925 titulada “La deshumanización del arte”.



En concreto, con ese término lo que venía a exponer es que después de la Primera Guerra Mundial habían surgido distintos “ismos” tanto en el arte como en la literatura donde quedaba patente una falta de humanidad. Es decir, consideraba que en esos habían desaparecido los “ingredientes humanos” al tiempo que sí existía en ellos el surrealismo, el hermetismo y la intrascendencia así como un claro afán por innovar y el antirromanticismo.

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